martes, 31 de julio de 2012

l talento lo decide todo

UN CENTRO CARCOMIDO POR LA INDEFERENCIA
La urbanización se refleja en muchos rumbos de la ciudad de Calkinì. Los barrios exhiben  clamorosos nuevos  rostros en mejoras  materiales como el  cemento en los andadores,  que es lo común en  obras públicas.  Las alcantarillas  cumplen su misión  de tragar agua, aunque lentas en una  momentánea  inundación, después de una torrencial lluvia, pero alivianan el escozor de la gente. Lo único prioritario es darles mantenimiento constantemente porque algunas mantienen el agua y se convierten en verdaderas cloacas que afectan la salud. Lo digo en serio, yo tengo una frente a la casa.
Las  Juntas Municipales también gozan de esos beneficios, aunque nunca están satisfechas o quizá la razón les asista porque no hay mejor juez que la opinión pública.
Todos tienen derecho a mejorar y las autoridades competentes deben tener el suficiente talento administrativo para que a todos les lleguen obras que dicte la necesidad. Y la solución es adentrarse en los problemas y no rehuirlos como es la costumbre. Le corresponde al cabildo, en sus diferentes encargos, de recabar la necesidad de los pueblos. Ya es tiempo de sacar la casta para mostrarse a la comunidad en cuerpo y alma y no mantenerse en la invisibilidad. Es impúdico aparecerse sólo en las quincenas.  
Calkinì, la cabecera, también tiene un rezago que todos ven y nadie opina, y sí se califica se pierde en el torbellino verbal  de la gente. Un lunar que no han sabido darle el ornamento y funcionalidad que merece después de varios períodos de gobierno municipal. Me refiero a la plaza principal convertido, ahora,  en un adefesio natural,  con telarañas eléctricas por doquier, una luz mortecina por la noche que invita al desorden, fuentes sin embellecimiento y  en desuso, un muladar incontrolable en una parte del parque junto a puestos de comida tradicional, estacionamiento de triciclos y automóviles, puestos ambulantes sin orden de ubicación, en fin, un parque principal hecho un caos por la falta de buena voluntad  y disciplina.  Y para rematar, andadores en bajadas y subidas convertidos en    leprosarios  bíblicos por sus carcomidas superficies, escaleras entremetidas en las aceras y otras cosas más.
Cierto, componer todas estas anomalías y construirle un buen rostro al centro de la ciudad no es un dulce en almíbar, pero ya es tiempo que se piense en grande y será más grande aquella autoridad que se salga de los moldes rutinarios y suelte su imaginación creadora  para administrar con soltura una ciudad que lo merece todo, claro sin olvidar a las hermanas Juntas municipales. Ojalá veamos materializarse lo que un día prometió la autoridad entrante.




TNT El bailador

EL BAILADOR
    No existe en la ciencia moderna una teoría más acertada que aquélla expresada por el ilustre biólogo británico Carlos Darwin cuya temática asegura que el hombre desciende del mono. Una prueba incuestionable de lo antedicho se refleja en las gesticulaciones, ademanes y evoluciones producidas por un bailador en un salón de fiestas, especialmente, si se trata  de un ritmo candente como un mambo.
       Veamos por qué:
       La música, por naturaleza,  es una gran manipuladora de los sentidos, pues convierte a unos en trompos desbocados y, a otros, en estatuas vivientes y soñadoras, es decir,  desquicia la compostura o cautiva el corazón, pero más  aún cuando caen en brazos de Dionisos.
       Cuando la música zumba  al  bailador se  le estimula el ánimo  y su rostro  se convierte en un mil máscaras y su cuerpo se le vuelve  hule; se le achican o engrandecen los ojos y pierde la lucidez; las cejas suben y bajan en movimientos acelerados; se le expande o contrae la nariz;  los labios  se los presiona inconscientemente entre sí hasta formar una línea fina que es  una característica común entre los bailadores; la cabeza chicotea o gira rítmicamente por los cuatro puntos cardinales;  la cintura y las manos, en cadencia esquizofrénica, se cimbran queriendo expresar  sentimientos inexplicables mientras los pies luchan por encontrar el paso perfecto del jaque mate. Tal parece que al bailador se le quiere escapar el alma por los poros de su cuerpo.
En ese momento de diversión simiesca, el rostro y el cuerpo enloquecen de placer por la fuerza  avasalladora  de la música; de esa música alegre o suave que hace actuar a cualquiera con aquella actitud  heredada de manera congénita de los abuelos y hermanos: los primates.
Pero el colmo del hombre-mono llega a su clímax cuando danza al compás de una  música con letra prescriptiva. Imaginemos el escenario y ambiente de su actuación.
Un teatro de mil fulgores  que engañan a la visión, formando dibujos etéreos, eléctricos y caprichosos; burbujas de ensueño poli cromáticas se pasean por doquier vomitados por  oropéndolas que no dejan de girar;  humo infernal  artificioso que satura el ambiente infectando el olfato; un terremoto vibratorio que camina por el piso y cosquillean los pies; un aullido infernal de mil locos músicos y metales que revientan los tímpanos; una música de letra grosera que  trae más  cadencia mono rítmica que armonía; una epidemia de desenfreno que contagia a la juventud y los vuelve más monos de los que son.
Empieza el retumbe musical. Las cinturas culebrean en movimientos impúdicos que se vuelven vertiginosos  o lentos a semejanza de una  acopladura sexual; caminantes zombis o licuadoras frenéticas en presunción de baile;    volantines, maromas en movimientos epilépticos de los más ágiles; los brazos sincronizados en molinos de viento;  gusanos humanos que se arrastran sin pudor en el suelo; arriba y abajo los brazos, pasos adelante y por detrás, a los lados, brincos  en un solo pie o en dos, ordena la letra musical;  agua salada que empapa la vestimenta  de los incansables bailarines;  hombres  y mujeres  desconocidos y transformados en seres con rostros de ultratumba que no saben sí existen o están muertos; una música interminable porque no son cristianos quienes la interpretan, sino seres creados por la inventiva de los sabios enfermos también.
La música se detiene y el conglomerado simiesco, totalmente desarticulado, descasa para recargar la batería mientras llega  la siguiente locura del instinto dormido.
Luz y sonido es la música de la juventud actual  contagia y alucina tanto que algunas almas encimados  de años se cuelan porque  no quieren envejecer, cierto el alma nunca envejece.
       En fin, el bailador es un experto en el arte de la gesticulación y del desdoblamiento  que lo hace actuar y vibrar de los pies a la cabeza  con sólo escuchar cualquier ritmo que le toquen. La música se trae de por sí en la sangre desde tiempos inmemoriales.
       “Cuando el ritmo zumba, el bailador se transforma en mono, y cuando la música calla… el mono se vuelve hombre”



miércoles, 25 de julio de 2012

DEMOCRACIA Y MORAL, UN SUEÑO INALCANZABLE EN MÉXICO…
Andrés Jesús González Kantún

La honradez  es siempre digna de elogio, aún cuando no reporte utilidad, ni recompensa, ni provecho.
Marco Tulio Cicerón.
       


        En las campañas políticas para elegir al presidente de los Estados Unidos  de Norteamérica,  la Comisión  Federal Electoral  le permite  a los contendientes recibir, como apoyo económico,  50 dólares por ciudadano común y de los empresarios,  previa auscultación del origen, una cantidad justificable; pero a los contratistas  que trabajan para el gobierno, nada.
 Como se advertirá el patrocinio económico electoral es  digno  de admiración porque  aún existe en la cultura americana  un respeto implícito por la honorabilidad humana de la clase social que sea como consecuencia de una  moral inculcada  en la familia y ratificada en la  conciencia colectiva y personal.
        En México aún se vive  en la mezquindad de los valores. La moral ya está bien deteriorada, aunque se pretenda recuperar en la escuela con  asignatura a modo, pero  no es posible porque ya viene desgastada desde la familia por diversas causas sociales y económicas.
 Viene a mi memoria un lema proselitista de un candidato a la presidencia  de la república, en tiempos pasados, (Miguel de la Madrid Hurtado, 1988) quien atiborró espacios propagandísticos y medios de comunicación masiva con su famosa frase: “Renovación moral”, que arropó luego, en su tiempo, Andrés Manuel López Obrador en Tabasco, desgraciadamente nunca se llevó a la práctica porque fue un gobierno demagógico que  nunca aplicó   ese precepto ético.
        Moral  y democracia…, en México, palabras ilusorias e inaccesibles para determinados ciudadanos de la clase social variopinta  cuando se trata de escoger a sus candidatos para cualquier cargo popular, quienes, sin duda, anteponen los intereses individuales o de grupo, y más en la esfera de los desvalidos que se dejan coaccionar y por ende pervertir su dignidad   por causa de la miseria  y la ignorancia.
        Ha concluido este 1 de junio de 2012 la elección de autoridades para los cargos públicos: presidentes,  diputados y senadores. Participaron los tres partidos más grandes: el PAN, PRI Y PRD.
        Los números acreditaron el triunfo virtual  al partido tricolor. Como se dice en la jerga política, casi carro completo. Pero habría que analizar sin   fanatismos, apelando a la mesura y el raciocinio de la madurez política, el sentido en el cómo se obtuvo el triunfo para calificar   aquellas acciones  consideradas desaseadas    y  que hicieron  a un lado  la democracia,  la honradez y la equidad.
El  IFE lo ha manifestado  con un acento de orgullo, recalcando  la limpieza y precisión numérica del conteo de los votos. Los medios diversos de comunicación masiva salieron al aire   a ratificar como jilgueros, adormecidos en el canto,   la rectitud del trabajo llevado a cabo por las autoridades electorales que justipreciaron la competencia política.
        Cierto, se cuenta actualmente con un organismo saludable (IFE) por su  eficiencia, respeto e imparcialidad a la voluntad ciudadana. Nadie lo duda. Pero, lo que no se puede dispensar es el antes y no el después. El antes del sufragio, el antes de la captura  de los futuros votos, que pudieron  hacer la diferencia en una elección nacional, que fueron los mal habidos: aquéllos que se ganaron en la compra del decoro humano en el caso  de los más pobres, pero  menos justificable cuando se originan de las mentes lúcidas, aquéllas que tienen el arma de la libertad y el libre albedrío dados por  la educación y la ética no aplicados, lamentablemente,  en aras de la democracia y  la equidad.
        Esta sordidez que todos observan y callan, por conveniencia, no tiene calificativo (lo practican todos los partidos en la medida de sus posibilidades)  y los  pocos que  no enmudecen ante el descaro no encuentran   eco en las autoridades electorales (FEPADE) que están al servicio de  señores medievales encumbrados en sus castillos de poder que se ruedan  sin rubor de generación en generación  los puestos públicos. En algunos estados, que no son pocos,  pervive aún esta práctica de más de setenta años de dominio antidemocrático debido, creo,  a la idiosincrasia de los pueblos oprimidos por la política neoliberal en donde  los espacios de poder no se libertan a la contienda política de los interesados, sino que   son asignados   por el Dios Zeus a los dioses hermanos y a los semidioses que completan el Olimpo, sin importar capacidades ni  intelectos de los participantes,   ni condescendencia popular, es decir,  son puestos obtenidos con factura de pago  por compromisos políticos aún no sean bien vistos (los afortunados) por la prole.
 Si después de las votaciones, ya detectadas la indecencia contumaz de las irregularidades del vencedor, ¿tendrá efecto una sanción para comenzar de nuevo? No lo creo, a palo dado ni Dios lo quita. El Tribunal Federal Electoral dictaminará a favor del más fuerte en artimañas, y clamará: las indecencias nunca las hubo.
        En este cambio de poderes ha sido el más costoso   de que se tiene memoria pues los ciudadanos en la actualidad ya son más difíciles de persuadir, si no hay de por medio una mejor oferta en dinero  o en especie. ¿Y la moral y la equidad que ofrece la democracia en la competencia? ¿Qué sucederá en el futuro cuando las generaciones ya sean más letradas y tengan el poder del discernimiento? ¿Se seguirá siendo cautivo en la jaula del pasado jurásico?
        Cada estado dinosáurico,  se ha convertido en un gobierno medieval y todos esos feudos (20 aún)se agrupan para apoyar con dinero a raudales y en especie al tlatoani mexicano y no se apartan para nada de aquel pensamiento creado por los tres mosqueteros de la novela de Alejandro Dumas que decía: todos para uno y  uno para todos,  porque saben que trabajan en beneficio de ellos mismos, pero nunca piensan en el pueblo que solamente es una pieza del puzle político que  sin él no cuadra el rompecabezas para legitimar la farsa democrática.
        Creo que ni Dios sabe cuánto fue lo que se gastó para regresar, después de doce años, a la tierra prometida en su tercer intento para recuperar la manzana de la discordia perdida en el oasis del desierto. Ese costo monetario será deuda del pueblo, nunca se sabrá ese destino incierto.
        Sin embargo, hago votos porque los nuevos vencedores, que lo prometieron todo, piensen en la prole, y en especial a los  legisladores para  no  circunscribirse a sus intereses  de grupo y aprueben con acierto y probidad las reformas prioritarias, todos unidos en un solo equipo— sin diferencia de colores—  para debatir con argumentos válidos en la solución de problemas, tanto tiempo arrinconados en los archivos del olvido, que  beneficien al  pueblo. Pero sí continúan  obcecados en venganzas, y egoísmos y rencores mutuos sabremos que todos ellos nunca  pensaron en los mandantes. Es ahora  o nunca.
        Hoy se le brinda al potencial presidente de la república la oportunidad para demostrar su capacidad de gestión y talento  para sortear el contrapeso del congreso, que no es mayoría para su partido, para unificar criterios en bien de México, ojalá le vaya bien.
        Interpolando algunas ideas vertidas anteriormente, como calkiniense que soy, espero que  el ayuntamiento municipal de mi tierra nativa, comenzando con el presidente y regidores, le cumpla al pueblo con humildad y devoción de servicio, sin el ego por delante, en especial, a los concejales que son los representantes, pues su misión es trabajar con funcionalidad y ahínco para informar a la ciudadanía de sus gestiones. Y no dejarla, como siempre, en la indefensión en los trámites con los resultados que sean. Sí persisten en una posición cómoda y pasiva  por haber encontrado finalmente al vellocino de oro, así como Jasón y sus argonautas, y se sientan en sus laureles todo habrá sido en vano.
        Para concluir con mi pensamiento de hombre libre, debe florecer en todos los inmiscuidos en la tarea política, llámese quien se llame la renovación moral y el deseo de servir, ya no se puede seguir tapando al sol con un dedo o se quiere, ¿despertar a Draco? ¿O seguir en la creencia de aquel cuento de Augusto Monterroso que dice: Cuando desperté el dinosaurio todavía estaba allí? Yo  cifro mis esperanzas en un cambio de beneficio tanto tiempo esperado, por esa sangre renovada  en algunos estados de la república: Chiapas, Jalisco y Yucatán, y en especial, Calkiní.
Democracia y moral no deben separarse jamás.
Que la historia juzgue el futuro y ojala que sea promisorio.


















lunes, 16 de julio de 2012

ENO SE PUEDE TAPAR AL SOL CON UN DEDO…

16 de julio de 2012
Aún no termina la efervescencia de las elecciones del 1 de julio de 2012. Una gran mayoría del pueblo mexicano no digiere aún los resultados pues considera que la contienda estuvo llena de anomalías que enturbiaron la legitimidad del sufragio. Un dispendio de dinero nunca visto, compra y coacción del voto, una propaganda descomunal en espectaculares, una cantaleta asfixiante de los  medios masivos de comunicación como lo son televisa y t.v azteca, tarjetas electrónicas, encuestas a modo para minar la credibilidad de los votantes y hacer aparecer como ganador indiscutible a quien ya es considerado como presidente virtual, en fin, una sarta de mañosidades antidemocráticas que todos vieron, menos los ciegos convenencieros, y el colmo de la jeringoza política, el adelanto del TRIFE  que pronostica, así se intuye, resultados  favorables a un candidato creado por los medios audiovisuales. “Se defenderá a capa y espada la decisión del pueblo mexicano que escogió a su presidente” ¿Cuántos de esos votos merecen legitimidad?  Son legítimos si fueron ofrecidos por convicción y no aquéllos que socavaron la dignidad del hombre y mucho peor sí provinieron de la ignorancia que da la pobreza.
En esta elección presidencial se vio cabalgar, ahora sin pudor, al poderoso caballero…
Y es que se nubla el entendimiento y la mesura cuando estos ventajistas, hijos de Plutarco Elías Calles, predican adentro y fuera de México, con una desfachatez que aniquila, haber ganado con limpieza y equidad. Ellos serán nuestros futuros gobernantes que darán la cara por el país, ¿qué crédito moral les asistirá para representarnos?
Ellos son el claro  ejemplo, sin lugar a dudas,  de la otra cara de la decencia  y la moral.  
Iglesia, asociaciones de poder, analistas demagógicos y mercenarios, algunos periódicos internacionales como “El país” de España, califican al candidato, que quedó en el segundo lugar, como un antipatriota irreconciliable y lo invitan a desistir de su terquedad por haber perdido. ¿No entenderán que la cuestión legal aún no termina y que tiene el derecho de apelar con pruebas sus inconformidades? Que no se olviden que los cambios ansiados para el beneficio de una nación son obras de los rebeldes con causa: Madero, Hidalgo, Nachi Cocon, Carrillo Puerto quienes ahora son venerados, pero en su tiempo qué tal… Un caso en especial, lo referente a Hidalgo. Por haberse preocupado por la casta desvalida de su tiempo y luego dirigir la independencia fue excomulgado. Y ahora la iglesia no deja de exhibirlo como uno de sus hijos predilectos. Qué descaro. 
Todo el mundo cree a pie juntillas que un golpe dado ni Dios lo quita, cierto pero de qué forma; una tramoya  que al mismo Luz Bel sonrojaría.
Es prioritario que el próximo presidente, sí quiere ganarse al pueblo, luche por las  reformas políticas que se han estancado en el congreso por conveniencias de grupo. Por ejemplo, auditar a los gobiernos estatales el uso indiscriminado de los dineros del pueblo que son utilizados para beneficio de sus intereses de grupo como es el caso de las contiendas electorales, del nivel que sea.
Que los partidos no metan la mano en la elección de los consejeros del IFE.
 Una supervisión draconiana en la propaganda de los medios de comunicación masiva, que no haya ventajas para nadie.
Reglas estrictas en la metodología para las casas encuestadoras para evitar que se conviertan en una nueva forma    de propaganda.
Estos detalles se reflejaron en esta contienda, casi carro completo a nivel nacional, estatal y municipal.
Lo que si es seguro es que el próximo presidente se las verá negras y más que ahora ha despertado  la juventud que será el contrapeso para un buen gobierno.
Todo es posible si nuestros representantes piensan en el bien de México. 


EL ARBOL DEL CIRUELO








El estado de Sinaloa ha creado entre sus hablantes una curiosa adivinanza que por lo vocablos regionales usados difícilmente pudiera ser descifrada por personas de otros lugares: ¿cuál es el árbol que se bicha para dar la bola?  Traducida en palabras llanas quiere decir, ¿cuál es el árbol que se desnuda para dar frutos?  La respuesta es la ciruela.

De igual forma que en el norte, en la tierra calcárea del mayab  también se da la ciruela   en racimos que se sostienen en un cuerpo ramificado en estado de desnudez.

El ciruelo es un árbol frutal muy humilde; los hay enormes y pequeños; pertenece a la familia de las rosáceas y orden de los rosales; sus hojas son lanceoladas, es decir, en forma de lanza; sus flores son rojas y brotan antes de cubrirse los pecíolos de hojas; sus frutos son multiformes y policromos; tienen la carne deliciosa y están envueltos en una telilla fina que encierra una semilla.

Este árbol es quizá uno de los rosales más generosos y menos exigente que he conocido en esta tierra pedregosa y estéril. No se requiere tanto esfuerzo ni dinero dedicarse a su labranza, pues con muy poca atención, por no decir nada, produce frutos a granel, y con una variedad ilimitada.

Adentrarse a su comercialización reditúa pingües ganancias por ello,  Tenabo y Pomuch  han incursionado en esta iniciativa y les ha dado excelentes resultados ya que venden al mayoreo a través de rústicos muestrarios de madera rebosantes del jugoso fruto.

Es además el modus vivendi de ciertas  vendedoras de banqueta y callejón quienes ofrecen  estas frutas, cuando están a punto de madurar,  en montones o en bolsas transparentes exhibidos ante la vista de los caminantes afectos a estos comestibles. Su atractivo consiste en presentarlas con sus respectivos ingredientes: sal, chile y limón los cuales provocan el alboroto de las glándulas salivales o mejor dicho, aguan la boca. Los clientes cautivos lo conforman los niños y los jóvenes, aunque la gente mayor no se escapa de  estos seductores antojos.

También adopta otras formas de preparación para su venta o consumo en el hogar. Tal es el caso de las conservas en almíbar o licor, los dulces y curtidos, las aguas frescas para acompañar los alimentos, etc. Es lamentable que en nuestra tierra poco aprovechan convertir estas frutas rústicas en aguas frescas.

En esta región peninsular se cultiva una variedad de ciruelas conocidas en lengua maya como la chi’ abal, la huay mi,  y otras, que en castellano se conocen como la tuspana, la jundura, la  de Tizimín y la de cochino.

El ciruelo, aparte de brindar frutas exquisitas, tiene en sus hojas y corteza  propiedades curativas aprovechadas  en la medicina tradicional. Sus hojas machacadas y mezcladas con agua curan el sarpullido   (la urticaria); la cáscara ensuavizada en ceniza caliente  desarrolla una esencia que sirve para combatir la carnosidad de la vista; la mermelada a su vez, disuelta con una cucharada de agua caliente y limón, tomada antes de dormir, ablanda la garganta.

Yo tuve la fortuna de plantar en mi terreno de abril, de tierra  áspera y abundante laja, a principios de abril,  un retazo de este árbol de tronco calizo que se bifurcaba en ramitas delicadas que engarzados tiernos frutos.  Aquella fracción de ciruelo de escasas y titubeantes frutas, las mismas  que llegaron a mi solar,  se conservaron firmes y maduraron en refrescantes, carnosas y deliciosas ciruelas  que seducidos por aquella atractiva imagen  mi pareja y  yo nos animamos a  aprobarlas y reventaron su fina y roja piel  como  si fueran pompas de jabón salpicándonos graciosamente con su jugo  nuestros  rostros plenos de satisfacción.

Fue una tarde memorable, exactamente en los últimos días mayo cuando se entregan en  la iglesia de mi barrio flores de mayo a la Virgen de Fátima en rosarios destinados a  su adoración. Una fecha  en que se dio una demostración contundente de la mano de Dios, pues de aquel cachito de arbusto, sin haber recibido una gota de agua para sobrevivir, nos obsequió a cambio de nada la dulzura de una fruta silvestre; y para remachar aún más su grandeza, después de la primera cosecha reverdecerá y algunas de sus ramas se colmarán en manojos de nuevos productos, aunque no sazonarán ni serán apetecibles, pero no faltarán bocas infantiles que se atrevan  a consumirlos. Ahora si no se bajan se morirán de tristeza ennegreciendo su epidermis.

El destino del ciruelo que es la generosidad  esta marcado para  siempre, pues nació para lo que fue programado: dar y dar hasta el fin de los siglos por los siglos.

Ante  este  prodigio de la madre naturaleza, inclino la cabeza con admiración ante esta insignificante, en apariencia, criatura y exclamo jubiloso a los cuatro puntos cardinales del orbe:

¡No he conocido en mi vida otra planta tan buena y fecunda como la mata de ciruela que para poder vivir sólo le basta el suspiro y el rocío del cielo!






























EL BAILADOR



No existe en la ciencia moderna una teoría más acertada que aquélla enunciada por el investigador británico Carlos Darwin en donde asegura que el hombre desciende del mono. Una prueba irrefutable de lo dicho se refleja en los gestos y acciones de un bailador de música de cualquier ritmo que sea.

La música es una gran manipuladora, pues embota los sentidos convirtiendo a unos en turulatos y, a otros, en epilépticos, es decir, cautiva el corazón o les desquicia la compostura, y aún más cuando éstos caen en brazos de Dionisos se vuelven más monos. Por eso es común escuchar entre los espectadores de un baile:
─ Esa pareja  se comporta  como monos.
Veamos por qué:
Cuando la música zumba  al  bailador se  le estimula el ánimo  y su rostro sufre una transfiguración, pues se convierte en un mil máscaras y su cuerpo se le vuelve de hule; se le achican o engrandecen los ojos y pierden la lucidez; las cejas suben y bajan en movimientos acelerados; se le expande o contrae la nariz; los labios frontales se los presiona inconcientemente entre sí hasta formar una línea fina, una actitud característica en todo bailador, que aparenta cierta pesadez; la cabeza chicotea o gira rítmicamente por los cuatro puntos cardinales; la cintura y las manos, en cadencia esquizofrénica, se cimbran queriendo expresar  sentimientos inexplicables mientras los pies luchan en la búsqueda del jaque mate. Tal parece que al bailador se le quiere escapar el alma por cada rincón de su cuerpo. En ese momento de diversión, el rostro y el cuerpo enloquecen de placer por la fuerza  avasalladora  de la música; de esa música alegre o suave que hace actuar a cualquiera con aquella actitud heredada de manera congénita de los abuelos y hermanos: los simios.

En fin, el bailador es un experto en el arte de la gesticulación y del contorsionismo  que lo hace actuar y vibrar de los pies a la cabeza  con sólo escuchar cualquier ritmo que le toquen.









Cuando el ritmo zumba, el bailador se transforma en mono, y cuando la música calla…el mono se vuelve hombre.





















… Y VOLVIÓ LA LUZ





Llegó  a mi rústico jardín en un plástico negro vestida de traje rojiverde, mi tan deseada buganvilia.
Era muy grande mi desesperación por tenerla en mi sembradío que no tuve el suficiente cuidado  para desabrigarle la ropa ni trasplantarla con la misma tierra que trajo, pues se desmoronó y con ella el alma se le deshizo.

Su amiga-hermana que la acompañó a su nueva casa lucía esplendorosa mientras ella se resecaba  lentamente.

Al verla en ese estado con la tristeza reflejada en todo su cuerpo, a punto estuve de arrancarle el corazón y  tasajearlo para aventarlo con furia hasta muy lejos de mí, pero me contuve porque observé en ella, aunque muy imperceptible, sus ansias por  vivir.

Hoy cuando fui a mi  parcela para darle de beber a mis sedientas niñas  me atreví a mirarla de reojo porque conservaba,  en el fondo de mi corazón,   la esperanza  de que recobrara la salud. Y mis deseos se cumplieron. Ahí estaba ella exhibiendo en toda su plenitud su milagrosa transformación así como me la presentaron la primera vez: coqueta, frondosa y verdeante, a punto de reventar en flor…, sí, a punto estaban de colgar en racimos sus rojas flores cuales mariposas prestas a desplegar  las alas y lanzarse al vuelo, como aquéllas que llenan de color y vida el corazón de cualquiera que sabe apreciar la magnificencia de la naturaleza, que le dio  nuevamente a mi bien amada flor, mi buganvilla de Pomuch, la gracia de volver a la luz.
Después de haberme quemado las pestañas…


“Entre frascos llenos de formol y substancias tóxicas y desconocidas  que hieren mi olfato, espero con el cuerpo entumido  sobre una placa dura y fría que hable el tiempo para decidirse mi destino próximo mientras mis pensamientos se apartan de mí en busca del recuerdo perdido”
“Entre cinco mujeres fui el único varón que trajo alegría a mis padres. Terminé mis estudios de EMS en un Conalep de provincia. En contra de la voluntad de mis papás,  me decidí por una carrera de ingeniería que se alejaba de la tradición familiar, la carrera de  maestro. Todavía cimbran en mis oídos  la letanía de mis padres que me cantaban: “Hijo, es mejor  gotita tras gotita para llenar un vaso que mares inmensos que no llenan nada”. Nunca les hice caso.
Me fui a la Blanca ciudad de las vaquerías sin conocerla a fondo, sino con la inexperiencia única de un provinciano que no conoce más allá de sus narices. En dos intentos, dadas las exigencias educativas de la escuela, logré ingresar al tecnológico. Me hice de amigos que traían buenos vientos y de aquellos vientos malos logré esquivarlos por los principios morales que me inculcaron mis padres desde un principio, más nunca pude imaginarme que algún día tendría que recurrir a uno de esos torbellinos de pesar.
Después de concluido mis estudios profesionales, viajé al extranjero, con la ayuda de mis padres y con los ahorros que yo tenía, para perfeccionar mi inglés que me iba a servir para la redacción de mi tesis, pues la bibliografía dispuesta venía en ese idioma.
Logré titularme y además obtuve la maestría. Conseguido mis propósitos  esperé que el trabajo viniera hacia mí de manera automática. Pobre soñador  que creía que con aquella preparación ostentosa se le abrirían las puertas del cielo para conseguir trabajo.
Rodé y rodé de abajo para arriba y de arriba para abajo sin conseguir nada más que trabajos que no requerían papeles y en otros, que no tenían nada que ver con mi profesión. Renuncié a mis  empeños y me dediqué a la hueva, situación que no permitió mi madre y me sacó de mis desánimos: “Trabajo es trabajo y sí es honrado mejor. Sí  te dan algo tómalo, por algo se comienza”. Cuánta pena me dio ejercer subempleos que iban en contra de mi categoría de ingeniero. “Sí me vieran mis conocidos y compañeros de trabajo,  ¿qué iban a decir de mí?”,  me martirizaba.
Hasta que finalmente obtuve un empleo burocrático afín a mi profesión, aunque con un sueldo que apenas me daba para cubrir mis más elementales necesidades, pero que supe estirar para ir ahorrando poco a poco hasta conformar un capital que me pudiera servir en la instalación de  mi propio negocio que había aprendido de mi familia.
El tiempo ya no me daba en la atención de las dos actividades y luego de un profundo análisis opté por dedicarme exclusivamente al comercio. Cuentan que muy pronto se hace rico uno y quise probar.
Después de algunos fracasos amorosos, me llegó por fin el verdadero amor y me casé sin lujos, pensando en el mañana. Después de muchos años de lucha con la ciencia, mi esposa me regaló el primer hijo. El doctor sentenció: “el primogénito y el último, su esposa ya no puede dar más hijos”.
La llegada de un hijo cambia por completo el estado de un hogar. Ese vacío que da la soledad se llena con la presencia de un hijo que eleva al padre hasta otros mundos antes desconocidos, ofrece  sentimientos nuevos  que lo matan a uno de felicidad y que da alientos y fuerzas  para trabajar con más ganas para crearle al hijo un futuro de oportunidades. Todo por él en las buenas y en las malas.
Esa alegría que me llegó después de cinco años de espera, marcó el inicio de un sufrimiento que iba a destrozar la armonía de una familia. Le cayó a mi retoño una maldita enfermedad que aún no se le haya cura rotunda y que no se le deseo a nadie, una enfermedad más común en los niños: leucemia.
Redoblé mis esfuerzos en el trabajo para recaudar más dinero, pero no fue suficiente, sólo  se le fue alargando la vida a mi niño mientras le llegaba el final. Nunca deseé, por Dios que lo juro, que mejor no hubiera nacido sí nunca iba a conocer el cielo que da la vida terrenal. Haber nacido pequeño para morir pequeño, qué destino tan terrible y yo…
 Mi dinero se hizo polvo, vendí todo, empeñé mi alma y me quedé sin nada, sólo con mi desdicha y mala suerte.
En la última consulta con el médico para darme  alientos, me explicó que la solución a la enfermedad de mi hijo era posible con un trasplante de un líquido que se le extrae de la columna vertebral a alguna persona afín a la del niño. Dios, cuando me dijo la cantidad que necesitaba por poco me da un infarto: un millón y medio de pesos ¿De dónde cabrón  iba a conseguir esa enorme cantidad de dinero?  No dije nada, ¿para qué? Salí todo madreado del consultorio con el hijo en brazos que me miraba con una mirada que mata al más templado de los papás. “Hijo de mi alma ese es tu destino morir…”
Nunca supe cuántas vueltas le di a la manzana de mi casa, ni supe si les contesté a los amigos que me saludaban. Más de pronto un carro del año se detuvo junto a mí que me sacó de mis pensamientos con una voz que se me hizo conocida y me saludó:
—Renán, se te nota muy triste súbete y charlemos un poco.
Era Carlos, un contemporáneo que nunca le dio importancia a los estudios y que no terminó, pero siempre andaba con dinero. No tenía nada qué hacer y acepté la invitación.
—No me digas nada camarada, se te nota a leguas en el rostro que andas en problemas graves, ¿no es así?
No quise darle más vueltas al asunto y asentí con la cabeza y fue cuando me desenrolló una extensa historia  que no tenía fin:
—Mírame, pinche Renán, un reloj Rolex, ropa de marca, zapatos importados, perfume francés, un carro del año y otros que tengo arrinconados, una residencia en el Norte de la ciudad, cuenta bancaria, en fin, para qué te cuento lo que me sobra es el dinero, y tú necesitas dinero, ¿me equivoco?
Por lo que pude intuir esa riqueza del que presumía seguramente  no era de origen legal, algo turbio se advertía. Pero en ese momento pensando en mi problema estaba dispuesto a vender mi alma al diablo sí de algo me servía para devolverle la salud a mi Andresito. Renán con su discurso algo me quería proponer. No me equivocaba.
     Estás jodido porque quieres, todos los problemas del mundo se resuelven con lana, y tú necesitas lana. Sí haces caso a mis palabras lo conseguirás a manos llenas, aunque tendrás que correr ciertos riesgos, ¿te animas
No quise lloriquearle  mi pena, para qué hacer más grande mi agonía y acepté sus consejos a sabiendas que iban en contra de mis principios morales.
—A ver en qué consiste ese negocio para fabricar dinero.
—Es muy fácil sólo tienes que tener sangre fría—mi mente se trasladó en la figura de mi hijo correteando por la casa con la saludo recobrada… sano— para actuar en el momento de cruzar la aduana. Te daré para tragar este polvo blanco impermeabilizado y cuando llegues al domicilio que te voy a dar lo expulsarás por el ano a través de un vermífugo que se te dará. Por ese trabajo se te recompensará con cien mil pesos, imagínate todas las veces que puedas cruzar y el pago que se te dará, ¿aceptas?
— ¡Acepto!
Ese momento fue el inicio de mi carrera delictiva. Dentro de mí pensaba, juntaré la cantidad que necesito para la salvación de mi hijo y dejaré este trabajo maldito que sólo trae dolor y experiencias indecibles a la juventud actual: viajes a otros  planetas, sueños irrealizables, violencias y rompimiento con la realidad, en fin, un mundo nuevo en donde pueda refugiarse y conseguir lo que en la vida no se le puede dar.
Logré atravesar varias veces la aduana sin que me descubrieran y logré dar el anticipo para la curación de mi niño. Me enseñaron otras formas de pasar la droga en dobles fondos de los pisos de los carros, recorrer túneles o pasar el río Bravo por las noches sin luna.
Cuando hice cálculo del dinero reunido para la operación decidí abandonar el trabajo, pero no me fue posible porque todo aquel que forma parte de una banda ya no tiene libertad de decisión, se vuelve uno prisionero de por vida.
No hice caso, y por eso me encuentro recostado en esta loza fría en espera de que alguien se acuerde de mí. Nunca supe de la operación de mi hijo y menos de mi esposa... Y todo por meterme en un túnel que no tiene fin, nunca encontré la luz… Pero sí mi hijo logró salvarse bien valió la pena mi sacrificio
El trabajo honrado que no hay para la juventud actual obliga a cometer errores que se paga con la muerte y se pierde todo, todo eso que se llama felicidad.
Después de haberme quemado las pestañas…
Andrés Jesús González Kantún
Nota: Este trabajo de creatividad fue generado por la lectura: “No oyes ladrar a los perros del jalisciense Juan Rulfo. Un cuento como muestra a los alumnos del segundo semestre 201 y 203 del módulo de  Comunicación para los Ámbitos escolar y Profesional.