sábado, 29 de diciembre de 2012

Reclamo absurdo

POR UNOS OJOS GLAUCOS… En un convivio familiar ya con la saliva suelta, el ánimo convertía por doquier los espacios en un ambiente completamente entretenido. Las palabras salerosas y las risas iban y venían en un rebote constante en el corazón de los invitados. El anfitrión volaba en el avión de la felicidad porque cumplía años, obsequiados del baúl de la vida y la salud. En el juego con el gaznate con las bebidas volcánicas, surge de repente la voz alterada del hijo mayor que reclama, en voz vibrante, un asunto absurdo a su padre: — Papá has sido injusto conmigo y me adeudas algo que hace tiempo quería platicar contigo y ahora que surge la oportunidad pues…, creo que es el momento propicio— Jorge, que así se llamaba el papá, escuchó muy atento la protesta venida del alma acongojada del muchacho—Sí, nunca has atendido a mi queja. — Cuál queja hijo, si nunca me has dicho algo, ¿cómo lo he de saber? — Sí lo sabes, mas nunca te has dignado en escucharme. A ver, a ver, explícate mejor pues no logro asimilar tu descontento. — Pues si no te has enterado siempre anhelé poseer el color de tus ojos de mar caribe y nunca te preocupaste en regalármelo cuando aún ocupaba el vientre de mi madre. El padre quedó anonadado por la protesta absurda de su sangre. Inconcebible maraña de ideas venteaban en la mente descontrolada del progenitor. Al hombre aún no se le puede configurar como en la ciencia cuando se tienen fallas o mejorar esquemas, qué locura del hijo, pensaba. — Hijo, ese reproche es una verdadera tontería. Claro, me hubiera gustado heredártelo y no te imaginas cuánto, pero no depende de mí, sino de la genética. Hasta estos momentos nadie ha podido convertirla en realidad cuando uno quiere; las características físicas deseables para los hijos, quizá con el avance de la ingeniería genética se convierta en un hecho. ¿Te imaginas a los futuros padres que puedan ofrecer en garantía lo que más les gusta de ellos para sus hijos? ¿O una farmacia inédita en donde las mujeres puedan obtener todo lo que quieran para la creación de hijos perfectos? — Eres malo papá— insistía el mozuelo. Jorge entendió que el hijo ya había perdido el sentido de la realidad y no carburaba con claridad mental su infantil demanda. Estaba perdido en el limbo provocado por los humos de las plantas fermentadas en las destilerías. De pronto, al hijo se le soltó la fuente de la desesperanza convirtiéndose su rostro en una catarata de agua marina que resbalaba en sendas mejillas tersas y abombadas. Un tío que había escuchado la inusual escena quiso tomar partido y atrapó la palabra para arbitrar el encono: —Sobrino, es un disparate lo que estás reclamando, se parece a un cuento escrito por Octavio Paz titulado: “Un ramo azul”, en donde un joven a punta de pistola obligaba a un hombre de ojos azules a extirparle el color de su visión para regalárselo a su novia. Era un verdadero absurdo tal como lo es tu protesta. Ya has escuchado a tu papá y no es ficción lo que te cuenta, el hombre con su poder creativo puede considerársele como a un Dios viviente y no tardará el día en encontrar la fórmula mágica para diseñar seres al gusto de la clientela. Cierto, en su soberbia, peca de insensibilidad ética anteponiendo su sabiduría innegable, trastocando las enseñanzas sobre la creación divina, rebasando a los poderes seductores de los merolicos espirituales que han adormecido con sus ideas abstractas a las mentes débiles. No quepa duda que la ciencia ha suplido los poderes de Dios. Pero no vayamos por ese camino escabroso, pues el hombre aún no ha terminado de construir su destino rumbo a las estrellas, su meta final. Hablemos de lo tuyo. Lo que deseas ahora y no fue, algún día regresará en tu casa, tenlo presente. La genética ya sea paternal o maternal está agazapada en cada uno de nosotros, muy adentro durmiendo a avivado, y salta a la luz cuando menos te lo imaginas, da vueltas y regresa, ya lo verás, a me cuentas. Ya más calmado, y con la razón en poder del joven, aceptó que había cometido un desatino no propio de una persona en sus plenas facultades mentales. El tiempo dio pasos a la vida y aquel joven se casó. Y al tercer hijo le llegó aquello que había deseado fervorosamente. Una bella niña de ojos Verdi azulados: herencia del abuelo y de su suegro. Un día son verdes; otro, azules. Le regalaron a su muñequita un color de más el cual fue la ganancia. En un encuentro casual el tío le recordó al sobrino: — ¿Qué te dije, hijo? El silencio respondió por él. 29 de diciembre de 2012.

domingo, 16 de diciembre de 2012

Angelitos en su mundo interior

Síndrome de Down Andrés Jesús González Kantún Subieron al estrado a darle rienda suelta a la marabunta de sus emociones dancísticas. Vestían impecables trajes de Juan Diego. Las mujeres con los cabellos en crenchas lucían sendas flores gigantescas como si fueran mariposas en racimos bebiendo agua en un charco después de un torrencial aguacero. Los hombrecitos, también bien acicalados, gesticulaban sonrisas memorables enjuagadas en el crisol de la inocencia exquisita, mientras yo en mi asiento de espectador anónimo me desbarataba de infinita ternura. Las mamás a la vez, los miraban emocionadas mandándoles besos picarones para infundirles confianza. Los anunciaron como integrantes de un grupo especial llamada La Chácara, afiliada al DIF de Campeche. El micro mar de ojos achinados y de traslucencia nucal (por la espaciosa espalda) al sentir las primeras notas se empezaron a mover, según su percepción musical, en una alharaca de movimientos desordenados, pero con gracia, la arritmia era su ritmo, los oídos perdidos en la armonía al no poder seguir los movimientos correctos de los pasos y el cuerpo en forcejeo también, pero qué importaba si los sentidos les enseñaba a intuir ese amor maternal demostrada por las abnegadas madres que se desvivían por ellos. Nacieron por culpa de una falla en los cromosomas, pero tienen derecho a la vida como cualquiera y además nos premian con el favor de su cariño, aunque son flores—lamentablemente— con aroma transitoria que en sus afanes de Dios pasó inadvertido. Ningún mortal en la fecundidad generacional, está exento de traer al mundo a estos angelitos y sí ya hubiera sucedido hay que aprender a darles amor inmenso, protección y a educarlos, desde pequeños, a convivir con la sociedad pues son inmensamente adaptables. 13 de diciembre de 2012.

martes, 11 de diciembre de 2012

Histeria colectiva en Calkiní

PSICOSIS COLECTIVA El progreso suministra una enramada benéfica de servicios y productos a la sociedad y también, sus inevitables consecuencias pesarosas que erizan la piel con acontecimientos que enredan la imaginación popular convertida luego, quiérase o no, en suposiciones malsanas, pero no exentas de verdad. Acontecimientos inusuales que rompen el equilibrio mental de una sociedad acostumbrada antes a la tranquilidad como el que vivían algunos estados de la república en donde, ahora, la delincuencia ha trastocado la sensibilidad humana, causando una histeria colectiva que poco a poco ha ido minando a pueblos sosegados como es el caso de Calkiní, aunque se debe ir aprendiendo a navegar en esas aguas tempestuosas, causada por la falta de oportunidades para trabajar, en especial los jóvenes de todas las categorías sociales. Ante este fenómeno de comportamiento obsesivo colectivo, la memoria me envía al año de 1988 cuando en Calkiní se vivió una historia similar de incertidumbre social por el acoso invisible de una banda conocida como Las panteras que se dedicaba a atemorizar al pueblo con grafitis amenazadoras garrapateados en todo sitio accesible. La gente en su natural idiosincrasia de credibilidad ante estos sucesos eventuales, prefería no salir por las noches para evitar un encuentro accidental con estos malandrines del miedo. Finalmente, en Nunkiní, fue atrapado un grupo de mozalbetes, robando una bicicleta y los remitieron a las autoridades en Calkiní con la idea de que eran Las panteras. Las panteras desaparecieron sin dejar rastro ni nunca se mostraron físicamente, pero dejaron un olor a una historia real. Aunque fueron puras conjeturas convertidas en emocionantes relatos que le dieron alimento al pueblo, acostumbrado a la modorra, para distraerlos de la rutina asfixiante propia de la provincia. Las panteras en Calkiní fue una calca de una organización surgida en 1966 en Estados Unidos como un medio defensivo en contra de la discriminación racial y no buscaban más que modos para luchar en contra del trato recibido por sus hermanos blancos porque las panteras también eran americanos. Si cometieron tropelías era una reacción natural de autodefensa para devolverle los males ocasionados por sus contrapartes. En Calkiní, aún un pueblo en sentido figurado, se ha armado una tremolina social por causa de una retahíla de secuestros que ha desatado el rumor popular, enmarañando historias convertidas ya como un hecho de Zetas, Familias y Templarios y no como un resultado que puede originarse de otros medios modernos como es el uso de la TIC en manos de hábiles delincuentes que podrían estar, incluso, purgando alguna condena y cometer fechorías. Los pueblos ya han sido rebasados por la ciencia y la tecnológica y por eso no dan crédito en que ahora los secuestros se podrían ejecutar virtualmente, es decir, en forma no física. La fuerza de la credibilidad popular no ha podido ser persuadida por la sutileza y objetividad de la ciencia, siguen creyendo en la palabra de los ángeles y arcángeles. Las redes sociales, el directorio telefónico, el acceso a bases de datos gubernamentales, el google maps y otros miles de artefactos sofisticados y satelitales pueden ver, oìr, captar movimientos, situar latitudes geográficas, reconocer personas, y un sin más de funciones. Así se explica toda la información que se tiene de la víctima para atarlo psicológicamente durante el transcurso operativo de su secuestro. A través de estos medios se pueden conocer secretos particulares: pobrecito de los infieles. No se puede negar que en Calkiní aún se vive con tranquilidad en comparación con otros estados de la república, pero tampoco se debe ignorar la presencia sutil de cascabeles venenosos que ventean posibles incautos para su beneficio. Si se quiere vivir en paz debe fortalecerse la unidad de los pueblos y ciudadanos en la vigilancia de comportamientos extraños, tener el valor civil para denunciar actos que vayan en contra de la salud y el pudor, no provocar alharacas populares que socaven el estado anímico de la ciudadanía sin fundamentos convincentes, exigir a la autoridad una iniciativa censal en el caso de personas nuevas y motivos de su estancia en esta tierra así como estrategias que inhiban las amenazas de extorsión telefónicas, en fin, un trabajo claro y decidido en comunión con el gobierno municipal y que cuente con una gendarmería antisecuestros activos y no estáticos que brinden confianza a la comunidad para defender lo que ya es evidente en Calkiní. El ministerio público ya no funciona en la tierra nuestra pues nunca han demostrado capacidad de gestión en la resolución de casos. Un pueblo merece lo que sufre, hay que cerrar filas.