miércoles, 31 de octubre de 2012

Para los alumno que quieran prepararse ante el mundo tan difícil

Exhortación a José María, estudiante Andrés Jesús González Kantún José María: Desde hace mucho tiempo he deseado entablar contigo una agradable conversación ya sea como amigo o maestro con la única finalidad de animarte a reflexionar sobre tu existencia para que te des cuenta de las ventajas que trae consigo el obtener una carrera profesional. Así que aviva los sentidos y escucha con mucha atención lo que voy a explicarte. Yo no sé si alguna vez te hayas puesto a pensar que la vida actual es muy difícil de sobrellevar o si lo has advertido poco te ha importado. Pues bien, te aseguro por propia experiencia, que la vida actual está llena de guijarros y espinas que te impedirán caminar con facilidad si no cuentas con las herramientas más adecuadas para defenderte como son tu voluntad de aprender, la dirección de tus maestros en las aulas y el apoyo decidido de tus padres para darte todo aquello que te servirá mañana para labrarte un porvenir feliz. Estos seres, los más valiosos de tu hogar, jamás te dejarán solo ante nada ni nadie sí está de por medio tu superación personal y tratarán de forjarte en el yunque de la vida a como diera lugar; un patrimonio indiscutible que te obsequiarán como hijo que eres y que no debes jamás desaprovechar. La sementera que eres tú, está fertilizada de energía y la fortaleza del tesoro divino de tu juventud. Pero no te equivoques en tus decisiones y deberás rechazar a la endiablada enemiga de la irreflexión con la viveza de tus frescos años para evitar los sinsabores del mañana. A veces se te nota en el rostro una sonrisa limpia y amorosa en tu trato cotidiano con los demás, aunque a veces, a escondidas reniegas de todo o simulas tus desagrados cuando te conviene. En otros momentos vuelas hechizado en alas de tu fogosa intranquilidad y te conduces a tu manera muy particular de entender la vida y te conviertes en un jugador implacable en clases que se reflejan en tus actos, chanzas y juegos de palabras en el oficio de aprendiz de la ciencia y la cultura. Por todo lo anterior, José María, y si tú me lo permites, desearía repasar en tu mente loca las siguientes reflexiones: ¿Vivirán, acaso, eternamente tus padres para protegerte y solucionar todos tus problemas, desaciertos, anhelos e inquietudes? ¿Crees tú tener el tiempo suficiente y la capacidad necesaria para resolver acertadamente los apuros que plantea la vida en cada instante? ¿Acaso no te has dado cuenta que, en sustitución de tus papás, algún día serás la estrella resplandeciente y única de la familia a quien le darás luz propia? ¿Has pensado alguna vez en tus padres que tienen la ilusión y el derecho bien ganado de disfrutar en su vejez de tus futuros logros? Pues bien, José María, si no te has dado cuenta de nada, yo te advierto, escúchalo bien, sí muy bien: Las malas conductas en perjuicio tuyo pueden ser rectificadas, pero más tarde ya no porque Cronos camina siempre para adelante. Armarse para la vida es un gran reto, una verdadera necesidad, pero hay que aprovecharlo a tiempo. Son normales tus inquietudes, tus mentiras a los padres para justificar tus distracciones con los amigos, tus cascabeleos en el salón de clases, tus desatinos, tus juegos, tus tonterías, tus caprichos y corajes, pero no te excedas. Piensa y sé prudente y programa tu tiempo; intenta buscar con clara mirada lo positivo de la existencia; aprende a filtrar lo bueno de lo malo; exprime con ganas la sabiduría de tus progenitores; de tus maestros, de tus amigos bien centrados, y no te detengas por nada ni nadie en tus luchas por encontrar el éxito; pregunta y expón tus inquietudes, debate, recita, canta, baila; enciende la chispa de tu creatividad en todas las ramas de la ciencia y la cultura; defiende tus convicciones; afina tus decisiones y finalmente, llénate de la jugosa sabia derramada por toda aquella gente que te quiere y te rodea, y si haces caso de todo estas recomendaciones, José María, no te arrepentirás y penetrarás con paso firme en el umbral de un mundo maravilloso de acuerdo a tu preparación anticipada y tendrás la inmensa fortuna, ahora sí, de ofrecerles a tus viejecitos y a tus futuros hijos un paraíso de dulzura y seguridad familiares. Por el contrario, si atendiendo a las advertencias expuestas anteriormente no te vaya bien, no te acobardes, lucha y enfrenta la vida con valor y firmeza pues tu preparación profesional tarde o temprano te recompensará por todo el tiempo perdido; en cambio, si te gana la mediocridad, la dejadez, la terquedad y la sordera por no querer escuchar estos consejos dados por todos los que están cerca de ti, entonces, no te quejes, no llores ni vuelques tus frustraciones ante la sociedad, ni te desquites ante esos seres inocentes (tus futuros hijos) que nunca sabrán, a menos que se los digas, de las oportunidades que dejaste escapar durante tu paso por la escuela y que no supiste aprovechar teniéndolo todo a mano y en bandeja de oro. Para terminar, José María, hazme caso y no te arrepentirás por estas recomendaciones que desde hace tiempo deseaba compartir contigo como maestro, pero mucho más... como un viejo amigo y tutor. Calkiní, Camp., 31 de octubre de 2012.

jueves, 25 de octubre de 2012

Otro texto de nuestra tierra, léelo por favor.

Cantar 1 DANZAN QUE DANZAN EN EL JUEGO DE VARAS Rendirles obediencia a los dioses ha sido, desde hace mucho tiempo, una arraigada costumbre en todas las culturas del mundo. La forma son diversas: ofrendas de los mejores productos agrícolas o de animales, cantos en alabanzas, aunque existían otras prácticas que horrorizaban el ánimo, según el cristal con que se mire, como era el sacrificio de vidas humanas. Cuando los conquistadores españoles llegaron a tierras mexicanas se espantaron cuando vieron cómo los nativos celebraban sus fiestas religiosas consistentes en ofrecer a sus dioses seres humanos en sacrificio. No entendían que esa costumbre era un acto de suma religiosidad —su cosmovisión— y no un hecho sanguinario en el desahogo de sus instintos de hombres rudos y de guerra. Así que decidieron exterminar esas creencias paganas cuyo resultado dio origen a la religión católica. Un viejo maya, habitante del barrio de San Roque de la ciudad Dzitbalché, aún recuerda lo que le contaron sus abuelos referentes a estos relatos y la forma en cómo eran inmolados aquellos jóvenes sentenciados. Los dedos reumáticos del viejo, le ayudaron a llevar a la boca un pedazo de cigarro que inhaló con satisfacción y le dio una última fumadita y soltó las riendas de su memoria de grabadora para distraer a un público atento que en cuclillas se sombreaba bajo la ceiba madre en la plaza principal. Pero dejemos que nos lo cuente. Escuchen, hijos míos: En medio de la plaza, un joven maya embadurnado todo el cuerpo de azul, se encuentra amarrado en un poste pintado del mismo color que su cuerpo. Espera en aparente tranquilidad el cumplimiento de su destino glorioso. Ha sido preparado con esmero en el cuidado de su salud y espíritu para ser sacrificado en honor del Dios K’in (sol). Su sacrificio no será en vano pues llenará de bienes y oportunidades a los habitantes del pueblo. Lo han paseado por los pueblos en compañía de hermosas doncellas para disfrutar de sus encantos y consentirlo como a un rey en el vestir, en el consumo de bebidas deliciosas y ricos alimentos para hacerle, por el momento, la vida más placentera. Adornan y perfuman su cuerpo juvenil, manos y pies las flores del balché. Un círculo blanco pintado en su pecho de mar campechano servirá como guía para que jóvenes danzantes, armados de escudos y flechas, exhiban sus habilidades guerreras en un juego de herir a la víctima sin matarlo, es el juego o danza del X Kolomché. Alguien (puede ser un sacerdote o un amigo) lo anima a aceptar su destino trágico, que es el de un hombre supuestamente privilegiado, pues el Dios Padre lo espera en el cielo para acompañarlo eternamente en su felicidad. Lo anima con estas palabras: — ¡Tú eres un Dios vivo, nuestro embajador ante los dioses, no te desanimes ni te asustes, espera con alegría tu destino. Recuerda que el Dios Padre ha decidido ayudarte para que no sufras una transmigración, es decir, que no te devuelva con nosotros en cuerpo del colibrí, ni del ruiseñor ni del gran venado ni del jaguar! ¡Mira, buen mozo, ya vienen a acompañarte en tu gozo los representantes del pueblo: el halach uinic o Ahau Aké, el batab, el ahkulel, el holpop y el nacon, no estás solo, vives en el corazón de todos ellos! Termina el sacerdote el lavado de cerebro y el joven se reanima jubiloso para aceptar con valentía y resignación su terrible destino ya programado. Sabe muy bien que su muerte anunciada será en beneficio de su amado pueblo. El anciano Molchí agrega en un largo bostezo de pelícano en desesperada caza: — Así practicaban los abuelos el amor a sus dioses, era una distinción enorme el ser escogido para el sacrificio. Se sabe por la lectura de la historia de los pueblos mayas, si las palabras del animador, endulzadas de miel y derramadas en el corazón del sentenciado, no surtieran efecto para aceptar su destino, entonces era necesario darle de beber una droga que le entorpeciera la razón para que no se diera cuenta de su muerte en manos del nacón para no causar problemas en el momento de ser inmolado en la piedra circular de los sacrificios. Los sacrificios humanos en honor a los dioses mayas eran acontecimientos religiosos que se consideraban normales, y no como un hecho sangriento que provocara temor en los pueblos. Las victimas pudieran ser prisioneros de guerra, jóvenes, esclavos o niños ofrecidos de corazón por los padres. VOCABULARIO AHKULEL: El que obedece las órdenes del batab. BALCHE: Bebida de origen indígena. BATAB: Administrador y jefe militar como el nacón. COSMOVISIÓN: Relación de los hombres con sus dioses. EMBADURNADO: Recubierto. HALACH UINIC O AHAU AKÉ: Gran señor dedicado a las funciones civiles y religiosos. HOLPOP: Maestro de danza y música. INMOLAR: Sacrificar. MOLCHI: Apelativo con que se le conocen a los de Dzitbalche por ser recogedores de nancen. NACON: Encargado del sacrificio.

Hombres gigante en el Camino Real

Cantar 10 GIGANTES Y ENANOS EN TIERRAS DEL CAMINO REAL Oye mi pequeño lector, te quiero contar una historia de horror salida de la memoria de mi madre Madús cuando apenas era un niño de mocos e inquietudes. Me sentaba gustoso junto a ella a tejer culebritas de huano que se amontonaban cerca de mis pies mientras sacaba de su boca desdentada monstruos fantásticos, X tabayes y alushitos que me sumían en un mar profundo de miedo y emociones indescriptibles. Escuchémosla: —Escucha Lesho, hijo mío, antes que se aparecieran sobre la tierra del mayab los primeros hombres de maíz ya se paseaban sobre ella unos seres gigantes llamados Hua-paach’ oob quienes se divertían como el gato y el ratón con las personas que por las noches se encontraban en su camino cuando volvían de paseo o de aprendices de enamorados. Si algún monstruo se tropezaba con algún joven despistado le tapaba el paso, pero le abría las piernas para darle la oportunidad de escapar sí se animaba. Si aquel pobre hombre no se decidía a correr el riesgo, entonces, optaba por desandar el camino para salvarse, pero antes de alcanzar la otra salida, el gigantón ya se encontraba de nuevo cerrándole el paso de manera que no tenía más remedio que pasar por debajo del túnel que formaban sus arqueadas piernas que se cerraban al instante cuando intentara cruzarlas para ser destripado sin compasión. Ya de grande cuando el gusanito de la inquietud por la lectura me atrapó en sus redes, tuve la oportunidad de ojear el mismo mito en un libro llamado: Los Cantares de Dzitbalché y quedé boquiabierto por el parecido en la esencia de la historia (aunque con algunas diferencias) que me había contado mi viejecita Madús, ay cuánta la quise. Por ejemplo los gigantes del libro tenían siete cabezas y el monstruo de mi viejecita una sola, pero ambos espantos siempre impedían el paso a los trasnochadores. El monstruo del libro acostumbraba a plantear una pregunta difícil a la víctima que debería responder con acierto sí quería sobrevivir, en caso contrario, era devorado sin compasión. Pero llegó un día en que un joven héroe maya logró responder a la pregunta y los hombres montañas desaparecieron para siempre de la faz de la tierra. Cuentan los abuelos que se convirtieron en gusanos como el ciempiés o chimés en maya. Luego aparecieron unos hombres enanos y jorobados, como el Quasimodo de Víctor Hugo en su novela Los miserables, conocidos como ppuz (oob). Dicen los abuelitos que aquellos alushitos poseían poderes asombrosos pues levantaban objetos pesados solamente con la fuerza del pensamiento. A ellos se les debe la construcción de las maravillosas ciudades mayas. Concluye Madús y yo ya no quise irme solo a la hamaca y tuve que pedirle que me adormeciera en su regazo mientras me tranquilizaba, qué extraordinaria contadora de cuentos era mi madre, lástima que no le puse atención a tantas otras historias que me contó. Sí algún día, mi pequeño amigo, reaparecieran estos monstruos enormes en la tierra nuestra y te encontraras con alguno de ellos, no te asustes e intenta resolver lo que te pregunten si quieres salvarte y eso lo lograrías únicamente a través del estudio. Imagínate que te preguntaran: ¿Cuáles son las historias que cuentan, los Cantares de Dzitbalché? Si no la respondes ya estás frito.

domingo, 7 de octubre de 2012

Flor de mayo

FLOR DE MAYO En esa marejada verde enolada por la suave brisa de la mañana, asoman tímidamente— irradiando sangre entristecida como el reflejo del sol en las aguas de mar en un ocaso marino— las flores de mayo. Árbol oriental por su origen y de tallo grueso, emblanquecido por los dolores tropicales, sostenedor de vida y esperanza, eres tú uno de los más encantadores regalos de Dios. Andrés 08-10- 12

jueves, 4 de octubre de 2012

CARTA DE DESPEDIDA DE GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ CÁNCER LINFÁTICO Si por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida, aprovecharía ese tiempo lo más que pudiera. Posiblemente no diría todo lo que pienso, pero en definitiva pensaría todo lo que digo. Daría valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan. Dormiría poco, soñaría más, entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos, perdemos sesenta segundos de luz. Andaría cuando los demás se detienen, despertaría cuando los demás duermen. Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol, no solamente mi cuerpo, sino mi alma. A los hombres le probaría cuán equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse. A un niño le daría alas, pero le dejaría que él sólo aprendiese a volar. A los viejos les enseñaría que la muerte no llega con la vejez, sino con el olvido. Tantas cosas he aprendido de ustedes, los hombres…, he aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada. He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por primera vez, el dedo de su padre, lo tiene atrapado para siempre. He aprendido que un hombre solo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse. Son tantas cosas las que he podido aprender de ustedes, pero realmente de mucho no habrá de servir, porque cuando me guarden dentro de esa maleta, infelizmente me estaré muriendo. Trata de decir siempre lo que sientes y haz siempre lo que piensas en lo más profundo de tu corazón. Sí supiera que hoy fuera la última vez que te voy a ver dormir, te abrazaría fuertemente y rezaría al Señor para poder ser el guardián de tu alma. Sí supiera que éstos son los últimos minutos que te veo, te diría: “te quiero” y no asumiría tontamente, que ya lo sabes. Siempre hay un mañana y la vida nos da siempre otra oportunidad para hacer las cosas bien, pero por sí me equivoco y hoy es todo lo que nos queda, me gustaría decirte cuánto te quiero, que nuca te olvidaré. El mañana no le está asegurado a nadie, joven o viejo. Hoy puede ser la última vez que veas a los que amas. Por eso no esperes más, hazlo hoy, ya que si mañana nunca llega, seguramente lamentarás el día que no tomaste tiempo para una sonrisa, un abrazo, un beso y que estuviste muy ocupado para concederle un último deseo. Mantén a los que amas cerca de ti, diles al oído lo mucho que los necesitas, quiérelos y trátalos bien, toma tiempo para decirles, “lo siento”, “perdóname”, “por favor”, “gracias” y todas las palabras de amor que conoces. Nadie te recordará por tus nobles pensamientos secretos. Pide al Señor la fuerza y sabiduría para expresarlos. Finalmente, demuestra a tus amigos y seres queridos, cuánto te importaron”. Gabriel García Márquez.
SARAMAGO Frecuentemente me preguntan que ¿cuántos años tengo? ¡Qué importa eso! Tengo la edad que quiero y siento. La edad en que puedo gritar sin miedo lo que pienso. Hacer lo que deseo, sin miedo al fracaso, o lo desconocido. Tengo la experiencia de los años vividos y la fuerza de la convicción de mis deseos. ¡Qué importa cuántos años tengo! No quiero pensar en ello. Unos dicen que ya soy viejo y otros que estoy en el apogeo. Pero no es la edad que tengo, ni lo que la gente dice, sino lo que mi corazón siente y mi cerebro dicte. Tengo los años necesarios para gritar lo que pienso, para hacer lo que quiero, para reconocer yerros viejos, rectificar caminos y atesorar éxitos. Ahora no tienen por qué decir: Eres muy joven, no lo lograrás. Tengo la edad en que las cosas se miran con más calma, pero con el interés de seguir creciendo. Tengo los años en que los sueños se empiezan a acariciar con los dedos, y las ilusiones se convierten en esperanza. Tengo los años en que el amor, a veces es una loca llamarada, ansiosa de consumirse en el fuego de una pasión deseada. Y otras un remanso de paz, como el atardecer en la playa. ¿Qué cuántos años tengo? No necesito marcar un número, pues mis anhelos alcanzados, mis triunfos obtenidos, las lágrimas que por el camino derramé al ver mis ilusiones rotas, valen mucho más que eso. ¡Qué importa si cumplo veinte, cuarenta, o sesenta! Lo que importa es la edad que siento. Tengo los años que necesito para vivir libre y sin miedos. Para seguir sin temor por el sendero, pues llevo conmigo la experiencia adquirida y la fuerza de mis anhelos. ¿Qué cuantos años tengo? ¡Eso a quién le importa! Tengo los años necesarios para perder el miedo y hacer lo que quiero y siento. José Saramago