jueves, 25 de octubre de 2012

Otro texto de nuestra tierra, léelo por favor.

Cantar 1 DANZAN QUE DANZAN EN EL JUEGO DE VARAS Rendirles obediencia a los dioses ha sido, desde hace mucho tiempo, una arraigada costumbre en todas las culturas del mundo. La forma son diversas: ofrendas de los mejores productos agrícolas o de animales, cantos en alabanzas, aunque existían otras prácticas que horrorizaban el ánimo, según el cristal con que se mire, como era el sacrificio de vidas humanas. Cuando los conquistadores españoles llegaron a tierras mexicanas se espantaron cuando vieron cómo los nativos celebraban sus fiestas religiosas consistentes en ofrecer a sus dioses seres humanos en sacrificio. No entendían que esa costumbre era un acto de suma religiosidad —su cosmovisión— y no un hecho sanguinario en el desahogo de sus instintos de hombres rudos y de guerra. Así que decidieron exterminar esas creencias paganas cuyo resultado dio origen a la religión católica. Un viejo maya, habitante del barrio de San Roque de la ciudad Dzitbalché, aún recuerda lo que le contaron sus abuelos referentes a estos relatos y la forma en cómo eran inmolados aquellos jóvenes sentenciados. Los dedos reumáticos del viejo, le ayudaron a llevar a la boca un pedazo de cigarro que inhaló con satisfacción y le dio una última fumadita y soltó las riendas de su memoria de grabadora para distraer a un público atento que en cuclillas se sombreaba bajo la ceiba madre en la plaza principal. Pero dejemos que nos lo cuente. Escuchen, hijos míos: En medio de la plaza, un joven maya embadurnado todo el cuerpo de azul, se encuentra amarrado en un poste pintado del mismo color que su cuerpo. Espera en aparente tranquilidad el cumplimiento de su destino glorioso. Ha sido preparado con esmero en el cuidado de su salud y espíritu para ser sacrificado en honor del Dios K’in (sol). Su sacrificio no será en vano pues llenará de bienes y oportunidades a los habitantes del pueblo. Lo han paseado por los pueblos en compañía de hermosas doncellas para disfrutar de sus encantos y consentirlo como a un rey en el vestir, en el consumo de bebidas deliciosas y ricos alimentos para hacerle, por el momento, la vida más placentera. Adornan y perfuman su cuerpo juvenil, manos y pies las flores del balché. Un círculo blanco pintado en su pecho de mar campechano servirá como guía para que jóvenes danzantes, armados de escudos y flechas, exhiban sus habilidades guerreras en un juego de herir a la víctima sin matarlo, es el juego o danza del X Kolomché. Alguien (puede ser un sacerdote o un amigo) lo anima a aceptar su destino trágico, que es el de un hombre supuestamente privilegiado, pues el Dios Padre lo espera en el cielo para acompañarlo eternamente en su felicidad. Lo anima con estas palabras: — ¡Tú eres un Dios vivo, nuestro embajador ante los dioses, no te desanimes ni te asustes, espera con alegría tu destino. Recuerda que el Dios Padre ha decidido ayudarte para que no sufras una transmigración, es decir, que no te devuelva con nosotros en cuerpo del colibrí, ni del ruiseñor ni del gran venado ni del jaguar! ¡Mira, buen mozo, ya vienen a acompañarte en tu gozo los representantes del pueblo: el halach uinic o Ahau Aké, el batab, el ahkulel, el holpop y el nacon, no estás solo, vives en el corazón de todos ellos! Termina el sacerdote el lavado de cerebro y el joven se reanima jubiloso para aceptar con valentía y resignación su terrible destino ya programado. Sabe muy bien que su muerte anunciada será en beneficio de su amado pueblo. El anciano Molchí agrega en un largo bostezo de pelícano en desesperada caza: — Así practicaban los abuelos el amor a sus dioses, era una distinción enorme el ser escogido para el sacrificio. Se sabe por la lectura de la historia de los pueblos mayas, si las palabras del animador, endulzadas de miel y derramadas en el corazón del sentenciado, no surtieran efecto para aceptar su destino, entonces era necesario darle de beber una droga que le entorpeciera la razón para que no se diera cuenta de su muerte en manos del nacón para no causar problemas en el momento de ser inmolado en la piedra circular de los sacrificios. Los sacrificios humanos en honor a los dioses mayas eran acontecimientos religiosos que se consideraban normales, y no como un hecho sangriento que provocara temor en los pueblos. Las victimas pudieran ser prisioneros de guerra, jóvenes, esclavos o niños ofrecidos de corazón por los padres. VOCABULARIO AHKULEL: El que obedece las órdenes del batab. BALCHE: Bebida de origen indígena. BATAB: Administrador y jefe militar como el nacón. COSMOVISIÓN: Relación de los hombres con sus dioses. EMBADURNADO: Recubierto. HALACH UINIC O AHAU AKÉ: Gran señor dedicado a las funciones civiles y religiosos. HOLPOP: Maestro de danza y música. INMOLAR: Sacrificar. MOLCHI: Apelativo con que se le conocen a los de Dzitbalche por ser recogedores de nancen. NACON: Encargado del sacrificio.

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