viernes, 2 de noviembre de 2012

Leyenda totonaca

LA VAINILLA (LEYENDA MAYA-TOTONACA) GUADALUPE BERZUNZA FUENTES. El Eterno exhaló un suspiro…. y de él se crearon dos seres, dos seres que vivirían miles de vidas y cuyo único objetivo sería retornar al lugar de donde surgieron. Se crearon complementarios uno del otro y en cada ciclo vital tratarían de estar siempre juntos para ayudarse mutuamente en la difícil ascensión hacia el Eterno. En uno de tantos ciclos vitales tuvieron esta vivencia: En el planeta tierra, en una región maya llamada El Reino del Ki´n (sol), nació cierto día un niño hermoso y robusto, hijo de un sacerdote maya y a quien pusieron por nombre Balam (Jaguar). El niño, desde pequeño dio muestras de increíble valor y sabiduría por lo que fue destinado al servicio de la realeza. Por ese tiempo nació también una hermosa niña, hija del Rey Akbal (Noche Azul) de esa región maya y de su esposa, la princesa totonaca Siwiní (Esperanza). A la pequeña le pusieron por nombre Xánath (Vainilla). Balam creció fuerte y vigoroso y al cumplir 15 años fue iniciado en el aprendizaje del manejo de las armas, ya que sería preparado para ser un guerrero real, encargado de proteger la seguridad del reino. Poco tiempo después la princesita Xánath también cumplía 15 años y ella fue llevada al templo de la Diosa Nicteel (Flores) donde estaría sirviendo de sacerdotisa hasta cumplir los 18 años. Pasaron los años…… y cierto día, Balam se encontraba cazando cerca del río, que rodeaba la población, cuando al acercarse a un remanso del agua para calmar su sed se encontró de pronto ante una bella aparición, era Xánath quien se encontraba recolectando flores para el altar del templo en el cual estaba recluida. Al oír los pasos de Balam se incorporó algo asustada, pero al encontrarse con la mirada del apuesto guerrero se tranquilizó. En ese momento sus almas vibraron de emoción al reconocerse y encontrarse de nuevo. Se entabló un diálogo sin palabras, un dialogo de sentimientos y emociones que hacían vibrar los cuerpos de los jóvenes. Al fin Balam expresó: —Hermosa doncella, nunca mis ojos habían presenciado tan hermoso espectáculo como lo es el verte aquí vestida de blanco con tu pelo cayendo como cascada sobre tus hombros y tus lindas manos sosteniendo ese hermoso ramo de flores a las cuales opacas con tu belleza. Mi nombre es Balam y pertenezco a la guardia real y desde este momento me pongo a tu servicio, soy tu esclavo doncella obedeceré lo que tú me ordenes, sólo dime ¿Quién eres? —Soy la princesa Xánath, hija del rey tu Señor. —Princesa, princecita mía, te suplico me concedas el privilegio de volver a verte. —Balam , eso no es posible, pues estoy al servicio de la Diosa a la cual me han consagrado pues el rey mi padre desea que yo permanezca para siempre como vestal ya que piensa que no hay hombre alguno que merezca ser mi esposo. —Princesa mía, conozco al rey mi señor, y sé cuánto cuida su preciada joya y ahora que te he conocido comprendo que tiene razón; sin embargo, este amor que has hecho nacer en mi corazón me da la fuerza suficiente y el valor para enfrentarme a todas las pruebas que tu padre disponga con tal de merecer el honor de ser tu esclavo de por vida. —Tus palabras Balam, dichas con tal vehemencia, me demuestran que ya me amas, a mi vez tengo que decirte que también el amor anida en mi pecho en estos momentos y siento como si te hubiera amado desde siempre, sin embargo, te suplico no digas nada a mi padre aún. —Como digas Princesita, soy tu esclavo y obedezco. Acto seguido, la princesa retorno al templo y el guerrero se quedó recordando el encuentro con alegría y dolor. Pasaron los días y Balam se retorcía de la ansiedad por hablar con el Rey, para expresarle las intenciones que tenía con la princesa. Hasta que un día fue llamado por el monarca quien le dijo: —Balam, tengo que hacerte un encargo que requiere de tu valor y destreza con las armas así como de tu incondicional servicio al reino. —Mi Rey y Señor, ¿de qué se trata? —Te vas a encargar de llevar mi tesoro más grande hasta la ciudad del Tajín, para resguardarlo de cualquier peligro, tendrás que cuidarlo con tu vida y procurar que nada le pase. Llevarás a varios guerreros águilas y tigres para que te ayuden. —Así lo haré mi Señor, el tesoro, ¿cómo será transportado? —En un palanquín que cargarán cuatro guerreros tigres, ya que son los más fuertes. — ¿Palanquín, Señor? —Claro muchacho, la Princesa tiene que resguardarse del sol. — ¿Llevaremos a la princesa? —Balam, ¿qué no sabes que mi hija es mi tesoro más grande? La llevarán al reino de su abuelo totonaca ya que temo que mis enemigos me declaren la guerra y no quiero que mi hija salga dañada. En la ciudad del Tajín estará bien protegida por su familia materna, cuando pase el peligro la regresarán. —Por supuesto Señor, ordenaré a los demás guerreros que se preparen. Balam, con la alegría reflejada en el rostro dispuso todo lo necesario para el largo viaje. Salieron en la madrugada de un nuevo día, todo un cortejo, guerreros tigres transportando a la princesa, por delante y a la retaguardia guerreros jaguar protegiendo a la caravana, doncellas acompañantes, porteadores con grandes canastas conteniendo los alimentos que consumiría el grupo. El viaje era lento por todo el recorrido que tendrían que hacer, y cuidándose de no ser atacados por alguna tribu extraña o animales salvajes. Balam no desaprovechaba los momentos adecuados para acercarse, como pretexto, a la princesa durante todo el trayecto y el amor entre los dos fue floreciendo satisfactoriamente, ya se les veía pasear juntos por las cercanías del campamento cada vez que se detenían a descansar. —Amada Xánath, ya deseo estar en el palacio de tu abuelo para pedir el permiso correspondiente y poder unirnos en matrimonio. —Querido Balam, también deseo lo mismo, cuando lleguemos al Tajín hablaré con mi abuelo y lo convenceré que dé su aprobación a nuestra unión. Y así, los jóvenes enamorados proseguían su viaje, soñando con estar unidos para siempre, con la aprobación de los familiares de la princesa. Pasaron los días, atravesando valles, ríos, bosques, selvas, serranías, contemplando diversos paisajes; y aprovisionándose de nuevos alimentos. Hasta que un día, por fin, llegaron cerca de la comarca del Tajín , el guerrero guía les avisó que tendrían que andar con cuidado ya que habían visto señales extrañas, y podrían tratarse de salteadores; decidieron acampar por un momento para retomar fuerzas y así llegar rápidamente a buen resguardo. Ya acomodados los diversos utensilios que llevaba la caravana, todos se dispusieron a descansar por un momento. Xánath y Balam, tomados de la mano caminaron hasta un arroyuelo cercano cuyas aguas refrescaron los pies cansados del guerrero mientras los jóvenes platicaban no se dieron cuenta de que extraños guerreros los espiaban ocultos en los matorrales. Cuando más entretenidos estaban, los jóvenes enamorados escucharon gritos de ataque mientras veían como eran rodeados por hombres armados, la princesa pegó un grito pidiendo ayuda a sus guardias, éstos acudieron presurosos llegando sólo para ver como Xánath era atravesada por una flecha y Balam caía, herido en el corazón, por una lanza enemiga. Ambos bandos guerreros se entablaron en una lucha encarnizada, quedando en poco tiempo aniquilados los bandoleros. Mientras tanto, la princesa herida de muerte, logró tomar entre sus brazos el cuerpo inanimado de Balam, y con el rostro lleno de lágrimas imploró ayuda a la Diosa Nicteel. La tarde despuntaba en sombras. Un grupo de doncellas y guerreros se encaminaron al Palacio del Rey, abuelo de Xánath, para darle a conocer lo que había ocurrido. Los demás acompañantes se quedaron cuidando los cuerpos de la princesa y el guerrero, y fueron testigos de un gran prodigio ya que al llegar la medianoche, un gran resplandor los iluminó y ante ellos se presentó la Diosa Nicteel quien acercándose a los cuerpos de los enamorados dijo: — Mi pequeña niña, es tan grande el amor que sentiste por tu guerrero que no puedo dejar que quedes en el olvido, por lo tanto siempre estarás unida a él, perfumándolo con tu aroma y recuerde siempre el inmenso amor que se profesaron. Acto seguido, el cuerpo de Balam sufrió una increíble transformación, pues fue convertido en un árbol frondoso y la princesa, convertida en una hermosa planta trepadora, fue enredándose en todas las ramas del árbol. Al amanecer llegó la caravana del rey, quien acongojado por la muerte de su nieta, viajó hasta el lugar para recoger los cadáveres y cual no sería su sorpresa que en su lugar encontró al frondoso árbol con la enredadera de flores blancas y un agradable olor que impregnaba todo el ambiente. Los guardianes testigos del prodigio informaron al rey lo ocurrido. Desde entonces en la región del Tajín, en honor a esa leyenda, se venera a la olorosa enredaderas con una gran celebración anual llamada “La feria de Xánath “, la feria de La Vainilla. FIN

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