jueves, 9 de agosto de 2012
UNA MALA EDUCACIÓN, UN MANDOBLE EN EL FUTURO DEL NIÑO
Maestro, óyeme:
El niño es como el barro, dúctil, dócil, pero si el maestro no le sabe dar forma en su papel de alfarero docente le habrá dañado para siempre las alas para desplegarlas en el infinito mundo del saber como persona útil para enfrentar a la vida con solvencia.
AL MAESTRO
Maestro:
Cuando percibas en el rostro de tus alumnos una sonrisa enorme como una luna empapada de polvo cósmico o la exhalación de un suspiro después de la jornada, alégrate también, pues habrás logrado el propósito más sagrado del verdadero maestro con vocación: enseñar; en cambio, si adviertes en ellos un bostezo indiscreto o algún bullicio incansable cuando te adentras en algún tema, ten cuidado porque algo debe estar interfiriendo en tus estrategias de enseñanza-aprendizaje, así que modifícalas e intenta comenzar de nuevo. Pero si te empeñas en continuar en la misma rutina, sólo conseguirás sembrar en la mente del educando… soles sin la luz purificadora de la mente ávida por aprender.
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