domingo, 10 de abril de 2011

Anécdotas


ESENCIA DE FLORES

Aún existe  entre los pueblos de provincia la atávica costumbre de los casamientos a muy temprana edad. Una mujer pasada de los quince años ya se le considera vieja y por tanto,  sentenciada a la vestidura de santos. Sin embargo,  esa arcaica idea se ha ido transformado en otra más liberal en donde  el tiempo  en el  matrimonio es lo de menos. Lo que cuenta primero es la preparación de ambos sexos y luego la espera paciente  a que Natura cumpla con su parte.
Veamos lo que sucedió en  el  enlace de dos mocitos.
En el estreno  de su vida conyugal habían adquirido el hábito de hamacarse, mecerse y disfrutar en  la tranquila vida de provincia, un paréntesis en los ajetreos del hogar. Cierto día, involuntariamente en un estornudo, a la desposada se le escapó del traicionero intestino un finísimo silbido de variadas tonalidades,  que al joven le pareció música celestial y esencia de flores, y para demostrar su regocijo  quiso comentárselo a su pareja:
─ ¡X’ pet, de prisa,  levántate, apúrate, rápido y cierra los postigos,  que no se escape nada, absolutamente nada, quiero inundar mis pulmones con el desahogo aromático de tus aires primaverales!
La mujercita, sonrojada por aquel descuido, no acababa de entender la reacción sorprendente  de su esposo, y  titubeante  cumplió con el encargo.
 Um, um,  kichkelem in yum hach ki u boc, kichpan Xpet, u lak, u lak (traducción lo escrito en maya: Hermoso Señor, en verdad que es un viento oloroso, Xpet, otro, otro)
Pasaron  los años, vinieron  los hijos y los nietos…
Acostados, como ya era  costumbre,  resuena  de pronto en el ambiente un ronco y holgado  eructo del  bajo vientre, a causa de la edad,  que sorprende al marido  y lo obliga a taparse la nariz, y con el rostro verde, verdísimo, fosforescente, camaleónico, reclama muy airado:
─ Pela ná Xpet, si ta katic tá, mején cisin banten  ma ta bin chun cot, pela ná. (Traducción: $ & ¨´ * Xpet, sí  tantas ganas tienes de evacuar, ¿por qué no vas hasta el rincón de esa albarrada? y jue tu & % $ · “¨Ç)
“Muy cierto,  cuando la juventud se va, se va  junto con el amor”.    

VARIEDADES DIALECTALES
NARANJAS O CHINAS
En un juego de pelota, un bateador saca un faul, por la dirección de la primera base, una fuerte línea  que le pega exactamente en la boca del estómago de un distraído espectador quien cae desmayado. Al jugador le causa una fuerte impresión  que presto acude en su ayuda y para su sorpresa se da cuenta que era un amigo. Una vez repuesto le recomienda:
─ Ve inmediatamente a tu casa y chúpate naranjas y restriégatelas en el lugar dañado. Es un buen remedio casero. Quita el dolor y desinflama rápidamente.
Al otro día, el pelotero va en busca del camarada para conocer su estado de salud.
─ ¡Cómo te sientes, Juan! ¿Sentiste alivio con lo que te recomendé?
─ ¡Algo!
 ¡Cómo que algo! ¿Cuántas naranjas chupaste?
─ ¡Como unas diez!
Al escuchar tal  cantidad el beisbolista quedó atónito. No creía lo que escuchaba.
─ ¿Diez no puede ser? La naranja es demasiado agria y no creo que te las hayas acabado. A ver,  enséñame lo que quedó de ellas.
En verdad, era la cantidad asegurada, nada más que aquellas  naranjas se les conoce en la tierra nuestra como chinas.
El joven amigo era originario del Centro de la República y ahí no se produce la naranja nuestra y tampoco la conocen. En esos lugares  para sazonar los alimentos se utilizan otros ingredientes.
Luego se aclararon las dudas y hubo todavía tiempo para aplicar la receta correcta.

Viene otro de naranjas
Un pregonero de frutas en la Ciudad de México:
─ ¡Naranjas! ¡Naranjas! ¡Naranjas!
Sale intempestivamente una señora campechana de una vecindad y pregunta:
─ ¿Son de china, señor?
─ ¡No, señora, son de Veracruz!
─ ¿Cuántas quiere?
No hubo respuesta, sólo una sonrisa de insatisfacción.












PODEROSO CABALLERO…
A
llá por los años en donde la memoria se pierde en los recovecos de la historia, acaeció en Calkiní un hecho anecdótico surgido de la boca de uno de los descendientes del protagonista de este texto y que vale la pena reseñar.
Uno de los primeros hogares que trajo a estas tierras la primera televisión en blanco y negro fue el Sr. Gustavo Cuevas, comerciante por tradición, o mejor conocido como don Tavito. Una  verdadera novedad  que puso a disposición de la gente para su distracción en los programas de moda de esa época, especialmente  los sábados de boxeo. Evidentemente había que cumplir con una tarifa  módica para disfrutar de todo. El hogar se había convertido en un émulo de cinema, pero en miniatura.
En cierta ocasión se había anunciado un encuentro boxístico de talla mundial de los pesos pesados que pegó, como siempre, en el ánimo de la gente, y como sólo en Calkiní   contaba con antena repetidora, y además se estrenaba una T.V. a colores, obviamente acudió gente de todas partes y la casa se llenó en demasía, situación que evitó que el dueño de la casa no pudiera compartir la emoción de los presentes.
Por fortuna enfrente de la puerta se encontraba estacionada una camioneta que fue bien aprovechada por don “Tavito”. El encuentro en esa talla, como siempre sucede, no duro más que tres episodios. El dueño del vehículo no pudo soportar la derrota del boxeador de su preferencia y salió estrepitosamente de la sala y arrancó el  camión sin darle tiempo al anfitrión de bajarse. Tuvo que recurrir a lo de siempre, gritar y golpear la cabina para anunciar al chofer su presencia sorpresiva. Si no reaccionaba a tiempo quizá siguiera viajando hasta ahora.
 Don “Tavito”, también fue uno de los pioneros en traer el primer radio y refrigerador de petróleo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario