sábado, 9 de abril de 2011

Fiesta en mi barrio (Emotivas mañanitas del 13 de mayo) colonia de Fátima.

En una estela de chispas y humo retropropulsivas y asfixiantes, una ráfaga de enronquecidos voladores ascienden el cóncavo firmamento calkiniense, desgarrando el somnoliento manto que cubre la mañana, llamando a rebato por la fe a las almas devotas que año tras año infaliblemente asisten al pórtico de la iglesia  para celebrar en comunidad el onomástico de la patrona del barrio.

Participan grupos musicales y voces en coro que desfilan ansiosos y en orden para cantarle animados sus alegrías y pesares a la Madre Santa. Un río subterráneo de indescriptible emotividad campea en el corazón de cada uno de los asitentes. Una multitud dispersa o en grupúsculos escuchan fervorosamente las loas a la Virgen, y a veces, saliendo de la modorra de la mañana, sueltan sin inhibiciones los pulmones para acompañar los estribillos a modo de los cantos preferidos a la Virgen.

Frente a la iglesia, el sinuoso coso taurino a medio terminar, vestido con el resplandor de las bombillas eléctricas, observa imperturbable el ensimismamiento místico de un pueblo devoto que aún confía en la fuerza suprema de sus creencias para soñar en resolver los retos que irrumpen en cada momento de su vida. Mientras manos amigas extienden sobre el piso varios regueros de serpientes en cadena que vomitan sonidos estruendosos para animar aún más la algarabía religiosa.

La música y las voces se apagan para darles pasos a los anfitriones de esa sacra celebración tempranera. Se desata una exhibición de arte culinario. Se reparten antojitos de todos los gustos por personas que festejan el mismo día que la Virgen y algunas otras, que en promesa se desviven en atender a todos los asistentes a la albanza.

Una fiesta religiosa y de revuelo de campanas en el interior del alma que antecede a otra de enorme relevancia y solemnidad: la misa y procesión del 13 de mayo, incomparables.

Mi madre Madús, pionera del barrio, mientras le duró la vida, fue una compulsiva activista de toda festividad religiosa, dentro y fuera del barrio. Le acompañaban en sus andanzas las siguientes personas: Lola Balam, Manuela Balam, Doña Mita Maas, Guadalupe Carril, Marcelina Kantún, Cristina Kantún, La Negra Uc, Óscar Cob, y otras que se me escurren de la memoria sin querer salir.

Yo en cambio, a pesar de mis titubeantes danzas en la cuerda floja de la incredulidad religiosa no me he perdido hasta ahora las mañanitas de cada 13 de mayo, mientras me dure la vida.

Fiesta religiosa en mi barrio, únicas.

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