ASUNTO: Urge un teatro de la ciudad.
Calkini, Camp. , _12__ de __abril__ de 2011.
PROFESOR CARLOS EDUARDO SANGUINO CARRIL
PRESIDENTE DEL H. AYUNTAMIENTO
DE CALKINÍ, CAMPECHE.
PRESENTE:
Desde hace muchos años se le ha manifestado a los diferentes gobiernos municipales de Calkini una añeja inquietud, cual mariposa traviesa y terca revoloteando obsesivamente en la mente de muchos calkinienses: la falta de solemnidad y lucimiento en las festividades culturales programadas en lugares al aire libre como es el teatro (considerado como de la ciudad) ubicado en la Plaza Cívica. Un teatro completamente inadecuado que no va de acuerdo con el bagaje cultural con que cuenta nuestra tierra. Me permito enumerar las razones que justifican lo antedicho:
Ø Las actividades corren el riesgo de suspenderse por la lluvia o cuando los participantes tienen que actuar bajo los candentes rayos del sol.
Ø Parte del público no acierta a apreciar con claridad un acto en todo su esplendor debido al piso llano sin el desnivel adecuado.
Ø De igual manera, el graderío de concreto que desemboca en la terraza de la Plaza Cívica, utilizadas durante algún festival, no están orientadas correctamente en perspectiva con la visión del espectador.
Ø El ruido producido por la música de los juegos mecánicos (en carnaval, la Feria Artesanal) que desvirtúan cualquier festividad que requiera de atención y respeto.
Ø La libertad que tienen los niños de correr de un lado para otro, específicamente dentro del escenario en el momento de la participación de los artistas, interfiere el pleno desarrollo del programa.
Ø El teatro es muy reducido de tal manera que provoca el abigarramiento de los grupos participantes, y en consecuencia, evita la fluidez de las evoluciones de los artistas. En algunos carnavales ha sucedido que algunas comparsas, por la cantidad de sus integrantes, hayan tenido la necesidad de bajarse del escenario para poder cumplir a cabalidad con sus ejercicios provocando con ello un desorden en las primeras filas y un problema de visualización de parte del público restante.
Ø El mensaje transmitido por los conductores del programa se pierde por el barullo de la gente que transita entre los puestos de comida y los carros ambulantes.
Ø A la hora de la entrega de reconocimientos por las autoridades, el escenario se convierte en un caos debido a la intromisión de una multitud de personas, ajenas a la actividad, que interfieren y manchan la solemnidad del momento.
Ø Un escenario falto de vestidores decorosos, y si acaso, para salir del paso, los organizadores improvisan toldos de alguna empresa de refrescos o de cervezas. Este detalle es muy delicado porque exponen a los artistas, que tienen la necesidad de cambiarse a cada momento por la exigencia del acto, al escrutinio malsano de los fisgones profesionales.
Todas estas inconveniencias señaladas, lesionan en buena medida el desarrollo de la cultura en Calkini y mengua la imagen digna de un pueblo que, por antonomasia, se ha caracterizado por el culto a las bellas artes. Esta lamentable situación me ha impulsado, como hijo de esta tierra pródiga, a entremeterme a sugerir, de buen modo, que esta pesadumbre sea escuchada por las instancias correspondientes con la esperanza de que algún día sea reconocida que la cultura en Calkini es parte de su idiosincrasia y que negarle ese derecho sería desconocer su amor por el arte.
Sin embargo, todas las autoridades en turno han preferido destinar, en abundancia, recursos económicos en el deporte como es el caso del béisbol (La Liga Estatal Campechana), un acto encomiable, pero no mucho más meritorio que la prioridad por la educación. La cultura es la credencial de un ayuntamiento porque con ella se ve la medida del progreso de un pueblo, abstenerse en darle vuelo al pensamiento es morir estrepitosamente, es sembrar en tierra estéril cuando la sementera en Calkini se muere de ansias por ser fecundada.
Un teatro de la ciudad, con todos los servicios requeridos, cuajaría excelentemente en Calkini debido a que la educación es su fuerte pues cuenta con un gran número de escuelas de todos los niveles desde el nivel inicial hasta el superior, incluyendo las sociedades culturales y de otra índole, sin descontar al H. Ayuntamiento con sus continuas e innumerables actividades anuales y de relevante solemnidad. Esta obra sería un extraordinario regalo para la ciudad ya que permitiría a los usuarios el ejercicio pleno de toda actividad artística o de otro tipo, en cualquier momento del día, aún con la inclemencia del tiempo. Un teatro que no dejaría de ocuparse, en ningún momento del año.
Tomar con decisión esta iniciativa daría muestras a la colectividad sus competencias administrativas y políticas, y la historia local, en reconocimiento, transcribiría con letras indelebles este paso trascendental.
Vale la pena proporcionarle a Calkiní un símbolo de su cultura popular así como Tenabo lo ha conseguido desde hace varios años. Un teatro para la ciudad. Aún le queda tiempo (septiembre de 2012) para erigirse en un presidente que le puede dar un teatro a la ciudad a Calkiní. No olvide la promesa del gobernador actual, Fernando Eutimio Ortega Bernés, hay que tomarle la palabra.
Calkini ya merece un monumento en donde pueda exhibirse con orgullo su acervo en todas las áreas del arte y la cultura; un lugar en el cual el público pueda disfrutar con toda comodidad espectáculos de calidad diversa y de cualquier otro género.
Calkini, ya debe aspirar a mejores expectativas de cultura y educación; la indolencia, la conformidad y la falta de aspiraciones de mejorar son enemigas del progreso. Nuestra tierra no está acostumbrada a rezagarse, siempre ha sido punta de lanza, predispuesta a enfrentar cualquier encomienda en el campo que sea y salir airoso. Por algo se le ha otorgado el epíteto de la “Atenas del Camino Real”.
Si pese al esfuerzo realizado por las autoridades superiores en turno no se logre encauzar en la práctica esta sugerencia construyendo la obra en un lugar que cuente con un terreno con las dimensiones necesarias, aunque no cerca del centro, bien valdría la pena que el teatro actual, es decir, el de la Plaza Cívica, se cambie de orientación el escenario, situándolo en frente de las gradas que bordean el jardín de la sociedad Aurora, pero construyéndolo de mayor tamaño y agregándole los baños y vestidores. Incluso considerar el desnivel del piso que permita al público mirar con libertad. Otra opción sería adecuar el Auditorio de básquetbol o utilizar el lugar donde se encuentra el PRI, que es patrimonio del gobierno municipal, y construirle otro edificio en otro terreno, pero habría que sopesar con agudeza los problemas que podría acarrear estas otras salidas.
Para concluir:
Valdría la pena proporcionarle a Calkiní un lugar apropiado para la cultura, pero sin desligarse del deporte que también hace falta en la preparación integral de los jóvenes.
Sin otro particular reciba de mi parte un afectuoso saludo de este eterno romántico calkiniense que sólo ha deseado, siempre… siempre, lo mejor para su ciudad y que sueña con que algún día, mi tierra, se vea ostentándose en la cúspide de la grandiosidad intelectual, lo cual bien merecido lo tiene con la edificación de un Teatro de la Ciudad.
RESPETUOSAMENTE
Andrés Jesús González Kantún
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